El sector público británico se planta ante los recortes con una huelga masiva.
George Osborne se mostró el martes desafiante ante la huelga convocada para este miércoles por el sector público contra el ajuste, en la que se espera que participen dos millones de empleados. Unas mil manifestaciones recorrerán el país. A primera hora del miércoles, las autoridades calculaban que más de la mitad de las 21.700 escuelas públicas (el 58%) han cerrado sus puertas.Eso significa que se esperan colas de hasta 12 horas para entrar por los puntos más calientes. Y en especial en el aeropuerto de Heathrow, donde a la protesta por la reforma de las pensiones se une el malestar por una reciente polémica política sobre la suspensión de controles a los viajeros procedentes de la Unión Europea en los momentos de máxima afluencia. Los responsables de la agencia atribuyen la responsabilidad a la ministra del Interior, Theresa May, y esta culpa a la agencia. Se espera que los vuelos de salida resulten menos afectados que aquellos que llegan al país.El paro, en protesta por una reforma del sistema de pensiones que les va a obligar a trabajar hasta los 67 años y a aumentar sus contribuciones, va a afectar a escuelas, hospitales, tribunales o bibliotecas, pero también a los trabajadores de la agencia que controla las fronteras británicas, la UK Border Agency.Lejos de buscar el entendimiento con los sindicatos, el ministro de Economía anunció que el sector público perderá 700.000 empleos en los próximos años, en lugar de los 400.000 hasta ahora previstos. Y los salarios, congelados este año y el siguiente, no podrán aumentar más del 1% en 2013 y 2014.Osborne anunció también medidas más conciliadoras, como la suspensión del aumento de 3 peniques en el impuesto sobre la gasolina; un tope del 6,2% (1% por encima de la inflación) en lugar del 8,2% en el aumento de los precios del ferrocarril; facilidades crediticias por 47.000 millones de euros para las pymes; 1.200 millones adicionales para regeneración de las regiones; 130.000 plazas adicionales para cuidados infantiles; ayudas a la compra de vivienda para 100.000 personas, y un plan de obras públicas por 35.000 millones de euros, de los que dos tercios deberían llegar desde el sector privado pero el Estado hará inversiones nuevas por casi 6.000 millones de euros en tres años.Algunas de las medidas han sido bien recibidas por la CBI, la Confederación de la Industria Británica, en particular las dirigidas a las pymes y los proyectos de mejora de las infraestructuras viarias
Critica : una sección del periódico en la que valora se juicia un tema de moda en sentido a moda cine , deporte.. Mas Allá del Tiempo Es muy bonito el amor, muy bonito, sobre todo con bella música de fondo, dos rostros agradables y un fondo angelical. Es una pena que en la realidad todo sea mentira y ella tenga granos y mala leche y él sea mentiroso y pervertido, pero no estamos en ese trance, sino en el de creer. Y en ese espacio entre los cuentos que nos queremos creer y la vida que no queremos ver se mueve esta historia: un precioso romance entre un hombre y una mujer con un imponderable que le da originalidad a una historia que es casi más de ciencia ficción (como en el libro en el que está basado) que de rosas y margaritas. La valla, altísima, es una herencia genética que hace que él, el gran Eric Bana, aparezca y desaparezca en el tiempo. Sin avisar, así, como aquel que se fue por tabaco y no volvió, pero esta vez para desesperación de ambos. Ella le ama a través de los tiempos y no renuncia a su querer por más que no sepa si el tabaco le va a durar dos meses, diez minutos o tres años. Vamos, un marrón de consideración para la chica. En la lucha entre el corazón y la racionalidad de ella y la desesperación de él se vierten diluvios de lágrimas y, sobre todo, en la fidelidad de ella, perenne a lo largo de toda una vida. El lado oscuro de la película es que la fuerza que les une es tan fuerte que la trama a veces discurre por senderos de pastel rosa chillón, al tiempo que los retazos de vida que discurren fuera de su tarta amorosa están ensartados con un calzador de metal algo basto. Pero es un problema nimio porque a todas les va a encantar. Es película para llevar a la niña, a la novia, a la aspirante a..., a la parienta, a toda mujer, porque a ellas les encantan estas historias de princesas, más si el príncipe mide 1,88, es rubio y de ojos azules pero, sobre todo si, además, tiene una mirada limpia y sincera... |
ESTADO DE BIENESTAR VS ECONOMÍA DE MERCADO. EL CASO DE SUECIA.
Uno de los diez principios básicos de la economía nos dice que “los mercados normalmente constituyen un buen mecanismo para organizar la actividad económica”. Gregory Mankiw (2004, p. 7) lo explica sobre la base de la “mano invisible” de Adam Smith, señalando que “los precios son el instrumento con el que la mano invisible dirige la actividad económica”, aspecto ya señalado por Friedrich Hayek en un famoso artículo de 1945. Mankiw también parece coincidir con Ludwig von Mises (1920) en su teoría de la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo, cuando afirma que “cuando un gobierno impide que los precios se ajusten a las condiciones naturales de la oferta y la demanda, impide que la mano invisible coordine a los millones de hogares y empresas que constituyen la economía.” Agrega Mankiw: “En los países comunistas, los precios no se determinaban en el mercado, sino que eran dictados por los planificadores centrales. Éstos carecían de la información que se refleja en los precios cuando éstos responden libremente a las fuerzas del mercado. Los planificadores centrales fracasaban porque trataban de dirigir la economía con una mano atada a la espalda: la mano invisible del mercado.Otro de los principios básicos de la economía nos dice que “el Estado puede mejorar a veces los resultados del mercado”. Mankiw argumenta sobre lo que podríamos denominar como el Estado de Derecho que “los mercados sólo funcionan si se respetan los derechos de propiedad. Un agricultor no cultivará nada si espera que le roben la cosecha y un restaurante no servirá almuerzos si no está seguro de que los clientes pagarán antes de irse. Todos recurrimos a la policía y a los tribunales que nos suministra el Estado para imponer nuestros derechos sobre las que cosas que producimos.” Pero Mankiw (2004, pp. 7-8) continúa: “Hay, sin embargo, otra respuesta a la pregunta de por qué necesitamos un Estado. […] “La mano invisible no garantiza que todo el mundo tendrá suficiente comida, una ropa digna y una asistencia sanitaria adecuada. Muchas de las medidas que toman los poderes públicos, como el impuesto a la renta y el sistema de asistencia social, pretende conseguir una distribución más equitativa del bienestar económico.” Aquí es donde vemos el argumento central del Estado de Bienestar.En la literatura se considera a los países nórdicos como aquellos que han logrado disfrutar de los beneficios de esta tercera vía, caracterizada como un sistema intermedio entre la economía de mercado y la economía socialista, que toma lo mejor de cada uno y deja de lado sus fallas.Entre estos países nórdicos, se dice, Suecia ha encontrado el modo de alcanzar los más elevados niveles mundiales de igualdad social, sin coartar el espíritu empresarial. Suecia se presentaría como el modelo a seguir, por países avanzados y en desarrollo, por haber alcanzado un equilibrio entre la equidad y la eficiencia.El objetivo de este artículo es analizar el debate entre economía de mercado y Estado de Bienestar, sobre la base del caso sueco. En la literatura, y también en la opinión pública, predomina un mito sobre la economía sueca y su Estado de Bienestar que es necesario reconsiderar.
Columna o Colaboracción :Es una pequeña sección del periódico en la que los literatos dirigen a ``sus´´ lectores creándose un canal directo entre ambos. Esta situación dio lugar a los Blogs. Entre los escritores mas famosos nos encontramos a Sánchez Ferloso , Jorge Millas , Almudena Grandes , Arturo Pérez-Reberte
Ejemplo:
Un "error" de Cervantes
Arturo Pérez- Reverte se estrenó en la Tercera de ABC, el sábado, 26 de febrero, con un texto de eslora cervantina y calado marinero. De la mano de sus dos grandes pasiones, el mar y las letras, llega el escritor cartagenero al hogar periodístico que ha venido acogiendo desde hace un siglo buena parte de la más esmerada prosa y del talento creativo del quehacer literario.
No hay libro, excepto la Biblia, que haya sido tan estudiado y discutido como el Quijote. Todavía hoy, cervantistas de todo el mundo discuten y se apasionan en torno a una preposición, un adverbio, una nota erudita. Todo parece dicho ya sobre la obra de Cervantes; y sin embargo, ésta permanece inagotable en su grandeza, llena de pasajes oscuros, emboscadas fascinantes, sonrisas inesperadas, pequeñas y gratas sorpresas. Ese placer no es privilegio reservado a los especialistas. Cualquier lector se convierte en uno de ellos al proyectar en las páginas inmortales su imaginación, sus sueños, sus conocimientos. Y así, de la forma más personal e inesperada, cada uno de nosotros enriquece la obra y a veces pone alguna cosa en su sitio.
Acabo de reparar, por casualidad y al hilo de otro asunto, en un punto polémico y curioso de la narración del Cautivo: esa pequeña novela casi autobiográfica inserta en la primera parte del Quijote, que Clemente Cortejón, en su edición crítica de 1905, consideró precedente del género de novela histórica que popularizaría Walter Scott. La del Cautivo es también una novela marinera, pues abunda en terminología náutica -el viaje está cartografiado por Francisco Rico en un interesante mapa que figura en su edición del Quijote de Castilla La Mancha-. Ese rigor de Cervantes no sorprende en absoluto, si consideramos que fue cinco años soldado en las galeras de Levante, embarcó en Nápoles, peleó en Lepanto, corseó y escaramuzó en las costas griegas, fue apresado a bordo de la galera Sol cerca de Marsella, y vivió mucho tiempo -otros cinco años- en un activo puerto corsario del norte de África.
El relato del Cautivo aporta datos interesantes sobre algunos lugares mediterráneos de la época. Además de Argel, donde transcurre parte de la historia de amor con Zoraida, menciona Tabarca, isla situada a media legua de la costa norteafricana, a poniente de la entrada del golfo de Túnez. También habla de un puerto de embarque comercial de higos secos llamado Sargel. Se trata del actual Cherchell, que figura en las cartas náuticas antiguas como Cercelli o Serseli: un puerto corsario y comercial repoblado con moriscos españoles.
La costa griega también la conoció Cervantes, y aparece detallada en esas páginas: Lepanto, Constantinopla y el golfo de Navarino. En el capítulo 39 de la primera parte del Quijote, el Cautivo afirma:
Lo cierto es que, cuando se consultan los portulanos y cartas costeras antiguas y modernas, la ciudad de Modon y su fortaleza veneciana -o las murallas de ésta, que es lo que se conserva hoy- aparecen siempre situados en tierra firme. En su minucioso Derrotero universal escrito a principios del siglo XVII, el capitán Alonso de Contreras, que navegó por aquellas aguas sólo tres décadas después que Cervantes, parece confirmar esto cuando asegura: «no pueden pasar nuestras galeras entre Modon y la isla de la Sapiencia, porque la artillería de Modon las alcanza». Y en 1829, el Nouveau Portulan de la Mediterranée señala: «sobre este cabo está construida la fortaleza de Modon, que se encuentra en la extremidad sur de la ciudad (...) La isla Sapienza está a poco más de una milla al sur». Parece evidente, por tanto, que la ciudad de Modon y la fortaleza se encontraban en tierra firme, que la isla está lejos, que Clemencín tenía razón, y que la afirmación de Cervantes era inexacta
Pero no es así, o al menos no lo es del todo. En el Recueil des principaux plans des ports et rades de la mer Mediterranée de Roux (primera edición, 1764) figura la carta número 52, que describe la costa de Morea: Navarino, Modon y la isla Sapience o Sapienza. En el grabado puede observarse con detalle la topografía del Modon de la época, inalterada en los casi dos siglos transcurridos desde que Cervantes anduvo por allí. La ciudad se aprecia, en efecto, en tierra, lo mismo que la fortaleza; y la isla Sapienza, que en el portulano de Roux aparece un par de millas al sur, se ve despoblada y sin fortaleza alguna. Pero también es verdad que, muy pegada a la fortaleza principal de Modon, al sur y separada de ésta por un estrecho canal, hay una islita con una restinga que se adentra en el mar; y sobre ese islote se aprecia perfectamente una torre o atalaya fortificada lo bastante alta como para figurar en el portulano a modo de referencia para la navegación. Esa torre existe todavía, se la llama Torre Turca, se encuentra exactamente a nueve cables -poco más de mil seiscientos metros- del faro de la isla Sapienza, y sirve de referencia para los barcos que se acercan al puerto de Methóni; que, como en tiempos de Cervantes, resguarda la bahía de los vientos dominantes del este-nordeste. En la última publicación actualizada de que dispongo, el Greek Waters Pilot de 2004, hay una foto de la torre y un plano del puerto donde el islote aparece unido a tierra por un puente y conserva su forma primitiva.
El error cervantino, por tanto, sólo fue parcial: Modon no era una isla, pero allí también había una pequeña isla. Pudo ocurrir, quizá, que, cuando escribía su Quijote, el antiguo soldado de Lepanto acudiese a sus recuerdos de treinta años atrás, cuando pasó navegando frente a la costa de Morea -recordemos que, según el derrotero de Contreras, sólo habría podido hacerlo navegando por la parte de afuera, al sur de la isla Sapienza, viendo Modon a lo lejos- y en el recuerdo se le hicieran uno solo el pequeño islote con la elevada torre turca, la isla grande y la ciudad con la fortaleza veneciana avistadas en la distancia. «Aquella es la isla de Modon», oyó tal vez decir a alguien. Y así quedó registrado en su memoria. Lo que sí es un error, y éste se encuentra en el mismo capítulo 39, es llamar hijo de Barbarroja a Mehmet Bey, capitán de la galera La Presa, cuando en realidad era nieto del famoso corsario y almirante turco. Pero ésa es otra historia; y sobre ella, además, ningún erudito discrepa. Lo que está claro es que al viejo Cervantes, como a todo el mundo, también lo traicionaban los recuerdos.
No hay libro, excepto la Biblia, que haya sido tan estudiado y discutido como el Quijote. Todavía hoy, cervantistas de todo el mundo discuten y se apasionan en torno a una preposición, un adverbio, una nota erudita. Todo parece dicho ya sobre la obra de Cervantes; y sin embargo, ésta permanece inagotable en su grandeza, llena de pasajes oscuros, emboscadas fascinantes, sonrisas inesperadas, pequeñas y gratas sorpresas. Ese placer no es privilegio reservado a los especialistas. Cualquier lector se convierte en uno de ellos al proyectar en las páginas inmortales su imaginación, sus sueños, sus conocimientos. Y así, de la forma más personal e inesperada, cada uno de nosotros enriquece la obra y a veces pone alguna cosa en su sitio.
Acabo de reparar, por casualidad y al hilo de otro asunto, en un punto polémico y curioso de la narración del Cautivo: esa pequeña novela casi autobiográfica inserta en la primera parte del Quijote, que Clemente Cortejón, en su edición crítica de 1905, consideró precedente del género de novela histórica que popularizaría Walter Scott. La del Cautivo es también una novela marinera, pues abunda en terminología náutica -el viaje está cartografiado por Francisco Rico en un interesante mapa que figura en su edición del Quijote de Castilla La Mancha-. Ese rigor de Cervantes no sorprende en absoluto, si consideramos que fue cinco años soldado en las galeras de Levante, embarcó en Nápoles, peleó en Lepanto, corseó y escaramuzó en las costas griegas, fue apresado a bordo de la galera Sol cerca de Marsella, y vivió mucho tiempo -otros cinco años- en un activo puerto corsario del norte de África.
El relato del Cautivo aporta datos interesantes sobre algunos lugares mediterráneos de la época. Además de Argel, donde transcurre parte de la historia de amor con Zoraida, menciona Tabarca, isla situada a media legua de la costa norteafricana, a poniente de la entrada del golfo de Túnez. También habla de un puerto de embarque comercial de higos secos llamado Sargel. Se trata del actual Cherchell, que figura en las cartas náuticas antiguas como Cercelli o Serseli: un puerto corsario y comercial repoblado con moriscos españoles.
La costa griega también la conoció Cervantes, y aparece detallada en esas páginas: Lepanto, Constantinopla y el golfo de Navarino. En el capítulo 39 de la primera parte del Quijote, el Cautivo afirma:
Lo cierto es que, cuando se consultan los portulanos y cartas costeras antiguas y modernas, la ciudad de Modon y su fortaleza veneciana -o las murallas de ésta, que es lo que se conserva hoy- aparecen siempre situados en tierra firme. En su minucioso Derrotero universal escrito a principios del siglo XVII, el capitán Alonso de Contreras, que navegó por aquellas aguas sólo tres décadas después que Cervantes, parece confirmar esto cuando asegura: «no pueden pasar nuestras galeras entre Modon y la isla de la Sapiencia, porque la artillería de Modon las alcanza». Y en 1829, el Nouveau Portulan de la Mediterranée señala: «sobre este cabo está construida la fortaleza de Modon, que se encuentra en la extremidad sur de la ciudad (...) La isla Sapienza está a poco más de una milla al sur». Parece evidente, por tanto, que la ciudad de Modon y la fortaleza se encontraban en tierra firme, que la isla está lejos, que Clemencín tenía razón, y que la afirmación de Cervantes era inexacta
Pero no es así, o al menos no lo es del todo. En el Recueil des principaux plans des ports et rades de la mer Mediterranée de Roux (primera edición, 1764) figura la carta número 52, que describe la costa de Morea: Navarino, Modon y la isla Sapience o Sapienza. En el grabado puede observarse con detalle la topografía del Modon de la época, inalterada en los casi dos siglos transcurridos desde que Cervantes anduvo por allí. La ciudad se aprecia, en efecto, en tierra, lo mismo que la fortaleza; y la isla Sapienza, que en el portulano de Roux aparece un par de millas al sur, se ve despoblada y sin fortaleza alguna. Pero también es verdad que, muy pegada a la fortaleza principal de Modon, al sur y separada de ésta por un estrecho canal, hay una islita con una restinga que se adentra en el mar; y sobre ese islote se aprecia perfectamente una torre o atalaya fortificada lo bastante alta como para figurar en el portulano a modo de referencia para la navegación. Esa torre existe todavía, se la llama Torre Turca, se encuentra exactamente a nueve cables -poco más de mil seiscientos metros- del faro de la isla Sapienza, y sirve de referencia para los barcos que se acercan al puerto de Methóni; que, como en tiempos de Cervantes, resguarda la bahía de los vientos dominantes del este-nordeste. En la última publicación actualizada de que dispongo, el Greek Waters Pilot de 2004, hay una foto de la torre y un plano del puerto donde el islote aparece unido a tierra por un puente y conserva su forma primitiva.
El error cervantino, por tanto, sólo fue parcial: Modon no era una isla, pero allí también había una pequeña isla. Pudo ocurrir, quizá, que, cuando escribía su Quijote, el antiguo soldado de Lepanto acudiese a sus recuerdos de treinta años atrás, cuando pasó navegando frente a la costa de Morea -recordemos que, según el derrotero de Contreras, sólo habría podido hacerlo navegando por la parte de afuera, al sur de la isla Sapienza, viendo Modon a lo lejos- y en el recuerdo se le hicieran uno solo el pequeño islote con la elevada torre turca, la isla grande y la ciudad con la fortaleza veneciana avistadas en la distancia. «Aquella es la isla de Modon», oyó tal vez decir a alguien. Y así quedó registrado en su memoria. Lo que sí es un error, y éste se encuentra en el mismo capítulo 39, es llamar hijo de Barbarroja a Mehmet Bey, capitán de la galera La Presa, cuando en realidad era nieto del famoso corsario y almirante turco. Pero ésa es otra historia; y sobre ella, además, ningún erudito discrepa. Lo que está claro es que al viejo Cervantes, como a todo el mundo, también lo traicionaban los recuerdos.